Samuel Borbón cumple: entrega pozo de agua a Sejaqui y devuelve la esperanza.
Subrayado y con Negritas.
Por Gerardo Castro Ruiz.
Por años, en la comunidad
de Sejaqui, en Álamos, Sonora, hablar de agua era hablar de carencias, promesas
olvidadas y resignación. La sequía, eterna compañera de estas tierras áridas,
había condenado a sus habitantes a una vida de batallar por cada gota, cargando
el agua a pie o esperando que alguna pipa, de vez en cuando, les llevara un
poco de alivio.
Pero recientemente, esa
historia de lucha diaria tuvo un giro esperanzador: el alcalde Samuel Borbón
entregó oficialmente un nuevo pozo de agua a la comunidad. Un gesto que
representa dignidad y justicia social.
A siete meses de haber
iniciado su gobierno, Borbón llegó a Sejaqui no solo con palabras, sino con
resultados palpables. Frente a los vecinos emocionados, muchos al borde de las
lágrimas, expresó que su administración no vino a prometer: vino a resolver. Y
lo hizo, como dijo, "a ras de suelo", de la mano del pueblo, como
predica la filosofía de la Cuarta Transformación en Sonora.
"Lo poquito o lo
mucho que salga, que se comparta entre todas las familias", dijo el
Alcalde, recordando que aunque los recursos puedan ser limitados, el compromiso
con la gente debe ser absoluto. Y cumplió: un problema viejo, arrastrado por administraciones
pasadas, encontró por fin una solución.
La emoción de los vecinos
fue el mejor termómetro del cambio. "Gracias, no tengo palabras…",
dijeron varios, con la voz quebrada. Porque a veces, cuando se ha vivido tanto
tiempo en la escasez, el agradecimiento rebasa las frases aprendidas y se
instala directamente en el corazón.
Esta obra, que a simple
vista podría verse como "un pozo más", es en realidad mucho más
profunda: es la reivindicación de una comunidad olvidada; es una victoria del
derecho humano al agua; es una prueba de que cuando el gobierno escucha y trabaja
de verdad, la esperanza no tarda en florecer.
Hoy, Sejaqui es un ejemplo
de que sí se puede gobernar con sensibilidad, cumpliendo compromisos
históricos. Y que, cuando hay voluntad política genuina, incluso en los
rincones más secos, vuelve a brotar la vida.




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