El sur de Sonora amaneció bajo la sombra de Lorena. El viento trajo la memoria de tormentas pasadas y el temor de que esta vez la fuerza del agua barriera con casas, caminos y servicios básicos, aunque pronto quedó claro que las comunidades no estaban solas porque la respuesta fue inmediata y visible.
Los alcaldes Jorge Alberto Elías Retes de Navojoa, Alberto “El Beto” Vázquez de Huatabampo, Arturo Robles Higuera de Etchojoa y Samuel Borbón Lara de Álamos actuaron con rapidez y decisión. Los comités de Protección Civil se mantuvieron en sesión permanente, los albergues se habilitaron a tiempo, las zonas de riesgo fueron evacuadas y los accesos peligrosos quedaron cerrados para evitar tragedias.
La presencia de la Marina, el Ejército Mexicano, Defensas Rurales, Bomberos, Protección Civil Estatal y Municipal, Conagua, Seguridad Pública, el Distrito de Salud 5 y los DIF municipales multiplicó la capacidad de auxilio. Las brigadas llegaron con despensas, colchonetas, cobijas, kits de higiene y medicinas, mientras en los albergues se repartía comida caliente y se brindaba atención médica para asegurar que las familias se sintieran protegidas.
El esfuerzo fue visible en cada rincón. Soldados cargaban colchonetas, médicos revisaban a los niños, autoridades y voluntarios acondicionaban albergues y personal del DIF servía alimentos, mientras el ruido del viento se mezclaba con la voz firme de quienes daban indicaciones claras para mantener la calma en medio del miedo.
Lo más valioso fue la cercanía de las autoridades. La gente no solo leyó y escuchó comunicados a través de los medios de comunicación, también vio a sus alcaldes presentes en un momento de angustia, caminando entre comunidades, orientando a los vecinos y recorriendo los refugios. Esa presencia transmitió confianza en medio de la incertidumbre.
Atrás quedaron aquellos tiempos cuando, en medio del desastre, la pregunta más repetida era ¿y dónde está el alcalde?. Los alcaldes de hoy se fajaron, se ganaron los aplausos y el reconocimiento de su pueblo. Demostraron que no son de papel, sino de carne y hueso, y que también les duele lo que la gente sufre en estas crisis.
Lorena dejó caminos dañados y viviendas afectadas, pero también mostró que cuando la autoridad se planta de frente y se mezcla con su gente la política se transforma en auxilio real, en refugio y en confianza.
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